Imagen Monsiváis

“Ramón López Velarde: ‘Me asfixia, en una dualidad funesta’”, de Carlos Monsiváis

Letrilla a partir de un breve ensayo titulado “Ramón López Velarde: ‘Me asfixia, en una dualidad funesta’” de Carlos Monsiváis.


Imagen Monsiváis
Carlos Monsiváis

El texto es breve, con seis párrafos, pero el contenido nos permite extender las ideas, como las posibilidades del mundo. Inicia con la frase epigramática: “A López Velarde le ha tocado en suerte la desgracia de ser el Poeta Nacional”.

La evidencia del tono irónico, ¿resalta?, ¿por qué? ¿Hay diferencia con otros ensayos? El tono mismo, ¿será una evidencia del cambio en la forma de ensayar sobre un tema para el nuevo milenio? Si bien, Servando Teresa de Mier ya hacía uso del ingenio a la hora de amonestar las aberraciones independentistas, como novohispano, ha sido un tanto relegado en la memoria, pero las disertaciones de Lucas Alamán a los escritos de nuestros pensadores liberales, también nos da una muestra de sarcástico lenguaje, aunque es posible que sean sólo una excepción de su tiempo.

El nuevo tono va caracterizado de una conciencia por la propia escritura, en el que dista de las elegías poéticas de los ensayistas de principio del siglo XX sobre los maestros del XIX, pero es algo que requiere estudiarse con mayor precisión, la tonalidad y la intención de los ensayos contemporáneos, si es que existe sólo una, pues hay una diversificación de matices, incluso en los ateneístas que dejaban correr la pluma sin límites.

¿Monsiváis entretejió una nueva manera de “ensayar”?

No obstante, la pregunta abierta que surge, ¿puede establecerse un espíritu de la escritura acorde a cada tiempo? Quizá, haya una pluralidad de “ensayar” a partir de la segunda mitad del siglo XX a nuestros días.

Gabriel Zaid y Evodio Escalante, empujan el ensayo académico, sin que ello demerite el trabajo, pero es una forma que difiere de los antecesores, por supuesto, estos cambios vienen con la normalización de la escritura en las universidades, mientras que Monsiváis presenta un ensayo literario o de interpretación, con mayor libertad en su forma, pero no por ello, superficial.

El subtítulo recoge un verso del poema “Treinta y tres”, cuyo ritmo nos anuncia la intención del autor del ensayo:

La edad del Cristo azul se me acongoja
porque Mahoma me sigue tiñendo
verde el espíritu y la carne roja,
y los talla, al beduino y a la hurí,
como una esmeralda en un rubí.

Yo querría gustar del caldo de habas,
mas en la infinidad de mi deseo
se suspenden las sílfides que veo,
como en la conservera las guayabas.
[…]
Me asfixia, en una dualidad funesta,
Ligia, la mártir de pestaña enhiesta,
y de Zoraida la grupa bisiesta.

Plenitud de cerebro y corazón;
oro en los dedos y en las sienes rosas;
y el Profeta de cabras se perfila
más fuerte que los dioses y las diosas.

¡Oh, plenitud cordial y reflexiva:
regateas con Cristo las mercedes
de fruto y flor, y ni siquiera puedes
tu cadáver colgar en la impoluta
atmósfera imantada de una gruta

El jugueteo, la contradicción y la seducción. Así, parte de la idea bien establecida sobre Ramón López Velarde, sobre la imagen de provincia para construir o proponer una nueva perspectiva, un distanciamiento de lo nacional, con ello, enumera las desgracias del poeta nacional.

Una analogía interesante sería a las palabras de Alfonso Reyes, quien dice en la Visión de Anáhuac: “Deténganse aquí nuestros ojos: he aquí un nuevo arte de naturaleza”, casi como la imagen del viajero: “has llegado a la región más transparente del aire”; Monsiváis, también nos advierte: “Detente, compatriota, no has llegado a una obra poética sino a la Verdad Revelada sobre la parte más sensible de tu idiosincrasia”. A una tierra poética, donde las cosas no son como las decían ser.

Imagen Velarde
Ramón López Velarde

La elevación del genio, mediante la exposición de la dualidad: tentación y arrepentimiento, en la que el poeta es capaz de inventar un personaje, enmascararse en un lenguaje nuevo:

“Nada más ajeno a López Velarde que este carácter de ‘profesional de la mexicanidad’. De manera deliberada, él se limitó a crear su gran personaje, ese payo sentimental que oscila entre las tentaciones y el arrepentimiento, que usa la rima para distanciarse de las costumbres literarias, que difunde una teología popular donde el pecado es el otro nombre (de ningún modo hipócrita) de la sensualidad”.

La dualidad que está encerrada en el verso revelante: “Me asfixia, en una dualidad funesta”.

¿El tiempo nos brinda nuevos paradigmas del ensayar?

Dos nociones de cultura nacional parten del poeta de la provincia, uno en el que se extiende el objeto idealizado para López Velarde, de la “patria hacia dentro”, pero también en el que el poeta acepta su lugar en las creencias del fundamento cultural, y en el que está construyendo un espacio nuevo, un paradigma nacional, una utopía educativa.

Pero ¿no es acaso que es el mismo poeta visto a partir de otro paradigma, creado en el alba de la posmodernidad? Ahora nos preguntamos: ¿será que López Velarde tuvo esta conciencia o es la intención que Monsiváis le dio y que ni el propio poeta pudo ver, es decir, que el autor ha creado un sentido desde el poeta sin su consentimiento? Por supuesto, no demerita los paradigmas creados para el pasado, si con ello, cambiamos el futuro.

Del nuevo paradigma creado por López Velarde deviene su permanencia, de la devoción al encuentro de sus pasiones, como parte de su fundamento cultural. Es el poeta del ardor sensual y la experiencia mítica, provincia y ciudad, entonces los sentimientos tampoco son los mismos; ha transformado las emociones con la intensidad de su lenguaje, ha creado el gran personaje del payo sentimental, volviendo la provincia en tradición cultural.

Si existe una nueva tonalidad en los ensayos de la segunda mitad del siglo XX, Monsiváis, no es sólo representación del sentido del humor, la falta implícita de las elegías, la crítica sistemática o el lenguaje epigramático, sino de una nueva fusión entre el escritor y el autor a tratar, en el que se permite crear sentidos y se tiene conciencia de lo que la propia escritura puede crear: las infinitas posibilidades del pensamiento.


Entradas relacionadas