Manifiesto Literario
A los lectores
A los compañeros de letras e insurrecciones
A quienes presten oídos
Con robusta voluntad y férrea insolencia respondemos a los pliegos de imposiciones que se desdoblan desvergonzados por todos los espacios que nos corresponden, por derecho y arrebato justiciero. ¡A no callar más!
Declaramos, sin ataduras en la lengua, contra aquéllos que saben aguardar y que proclaman el objetivismo como bandera de paz, por miedo a su propia fuerza, que el ánimo de nuestro espíritu ha encontrado sus cauces en un río que se desborda por la razón de la propia naturaleza. Generaciones tras generaciones nos han empujado a ser la voz y la letra, proclive y sirviente de la rebelión.
Hartos de los contagiados del sistema y de las estructuras del dominio, proponemos un contra-sistema que tenga como meta todo lo opuesto de lo que hasta ahora se ha realizado. Con la esperanza que, espoleados por las sinrazones, encontremos cordura.
Pero ¿estos ideales son un sueño, una utopía de rebeldes literarios? Nada más alejado. Estamos convencidos que el romanticismo se acaba con el primer llanto de las personas caídas. Nos hemos limpiado las lágrimas al levantarnos. Miramos a la muerte a sabiendas que ya estamos muertos. El cansancio de las batallas nos hace exclamar: ¡A callar esas conciencias que luchan entre las comodidades de su literatura, cambiando la libertad por los cumplidos!
¿Se acabaron los valientes, los poetas que instigaban con los versos de la insurrección? ¿Es que ante la mano alzada del poderoso nos arrodillamos en súplicas pusilánimes? ¿Morir hoy o mañana?, ¿qué significa hoy y mañana en el tiempo relativo?, ¿quién puede aceptar su muerte hoy?, ¿quién puede aceptar el sufrimiento de su hijo en aras de la libertad? ¿A qué lucha estamos destinados sino a una en la que perezcan las caducas formas heredadas? ¿Es que seguiremos defendiendo las manifestaciones mecánicas y las marañas que legitiman el quehacer de nuestros gobernantes?
Renunciemos a nuestros temores y futuro por el ahora. Vivamos este presente, que a lo único que nos obliga es a equivocarnos, antes que a caer de rodillas ante los poderosos. Noble deseo. Den por sentado que las letras no son un mudo desierto de infertilidades. Nada más opuesto al arte que el páramo de ideas. Éste es el acento inconfundible que transforma a los hombres y mujeres, el que muda el signo por el sentido.
Donde los políticos y los intelectuales han fallado, sean las letras una brújula mal encaminada, a ver si al ir, intencionadamente, por el mal camino podemos llegar al adecuado, porque los discursos de buenas intenciones no han servido. ¡Qué muera el prestigio y las mafias literarias!, ¡qué nazca una fisonomía literaria que lo mismo arrebata que da! Evitemos las imitaciones, creemos adefesios bien hechos, cambiemos la estética de la belleza y de la justicia, ¿qué son estas fulanas sino convenios de eruditos sin entereza? Perdámonos a ver si así nos encontramos, como hombres y mujeres nuevos, bañados de lenguajes disimiles, capaces de superar nuestros prejuicios y capaces de ir en contra de nosotros mismos.
Ana Matías Rendón