En los últimos días hemos sido testigos de las rebatingas de los políticos y sus partidarios para ganar nuestro voto. Las elecciones de este 6 de junio no están exentas del frenesí de años anteriores, quizá ésta sea la época en que los políticos ponen un poco más de atención o, por lo menos, eso nos hacen creer. Después de que ganan difícilmente nos desean dar audiencia.
Los políticos en campaña están desesperados por obtener nuestro voto, y como en cada periodo electoral, nos prometen cualquier cosa que endulce nuestros oídos. En esta ocasión están preocupados porque según ellos “son las elecciones más importantes”, pero en realidad todas las elecciones son importantes y nuestro voto también.
Las encuestas muestran en algunos lugares el empate técnico entre las dos opciones que hoy se miran como principales, estas mismas, demuestran que los indecisos y los que votarán por “otras opciones menores” alcanzan un porcentaje aproximado entre 15 al 20% (más o menos), por lo que de conseguir este apoyo la balanza se puede inclinar.
Probablemente, con el tiempo estas cifras aumenten si las opciones no mejoran. Parece que hay un retroceso a una época en que no se votaba porque: “para qué, si gana el de siempre”, se decía. Pero, ahora el asunto es: “¿para qué votar si las cosas no cambian?”, sigue habiendo corrupción, desaparecidos, crímenes por narcotráfico, injusticias sociales, etcétera.
Así, los partidarios llaman al “voto útil” y, los espantados por la democracia, hacen campañas para que salgas a votar, incluso azuzando a que si no votas, no tienes derecho a quejarte después. Cabe señalar: votar o no votar, anular tu voto o votar por otra opción que no esté registrada no te quita tus derechos. Si bien se pueden dar los casos para la suspensión de los derechos electorales, este año, se prevé que los presos puedan votar.
Votar incluso por partidos de oposición a quien sustenta el poder no lo hace menos merecedor a levantar una queja. Así todos tenemos derecho a manifestar nuestra crítica o favor a un partido, como abstenerse, sin que esto sea motivo para ser ignorado. Además, no deberíamos estar obligados a votar por el “menos peor”, no deberíamos estar limitados a votar por los mismos de siempre, deberíamos tener la opción de crear nuevas alternativas, limpiar la política, limpiar el sistema y permitir nuevos actores que no hayan brincado de un partido a otro para hallar un hueso, como coloquialmente decimos.
A los ciudadanos nos están limitando y romper con este determinismo es votar por quién creamos o no votar. En este sentido, algunos votaremos por el agua, sí, aunque parezca algo surrealista, por una entidad que necesitamos, porque es la forma de decirle al político que gane, que debe hacer algo para resolver el conflicto por el agua.
En otro post ya había hablado sobre el tema. Ahora bien, con todo que la ciudadanía se está manifestando para tener soluciones, las propuestas políticas siguen siendo muy tibias, las mismas palabrerías de siempre: se saneará, se corregirá, se elaborará un plan… y más por el estilo. Antes podíamos abrir la llave y beber el agua potable, ahora si bien nos va, podemos decir que tenemos agua tres veces a la semana.
Las aguas embotelladas enriquecen a unos y empobrecen a los demás. Es extraño, porque, aunque se han detenido las propuestas para privatizar el líquido parece como si lo estuviera. Pensemos en cómo ha cambiado nuestra vida con respecto al agua, en los últimos años, ¿cuántas veces hemos estado sin el suministro? ¿Cuántas veces han tenido que esperar una pipa? ¿Cuánto gastamos en garrafones? ¿Cuántas fugas han reportado y qué tiempo se tardaron en arreglarlas?
Acá en Azcapotzalco, hemos sufrido de cortes al suministro de manera constante, hay domicilios que ni siquiera cuentan con drenaje o conexiones para recibir agua potable. Por cierto, también tenemos un empate técnico para las elecciones de la alcaldía. Durante años, los ciudadanos hemos salido a manifestarnos sin ser escuchados.
Recuerdo una protesta en especial sobre la avenida Aquiles Serdán, hace ya varios años, por la altura del CCH, en la que la mayoría eran mujeres de la tercera edad, algunas acompañadas de niños pequeños, con cartulinas improvisadas, porque eso dio pie a que más mujeres salieran a protestar. Lo recuerdo, porque parecía tan simbólico que fueran ellas las que se manifestaran, son quienes (ante un país que conserva los roles de género conservador), se encargan de los hogares y de ver cómo resuelven los asuntos que las aquejan. Hoy salimos cada vez más ciudadanos de todas las edades, adultos y jóvenes, mujeres y hombres, ante una necesidad que ya no se puede seguir prolongando.
Mañana son las elecciones, ¿votar por quién? Casi sin dudarlo el color que obtenga mayoría responderá a diferentes intereses. El asunto es que no se trata de qué político hará menos daño o cuál sí cumplirá sus promesas, porque cada uno tiene su agenda. Si ganamos en algún campo de demanda social, con seguridad perderemos en otro; de eso se trata la política, de una lucha de intereses: quitar acá para poner allá. Así que sin importar quiénes ganarán, de algún modo, seguiremos desprotegidos, ¿o acaso no nos bastan las experiencias de los años que nos preceden? En las últimas décadas hemos puesto y depuesto diferentes partidos, pero seguimos con deficiencias y necesidades.
VOTAXAGUA
¿Hay otras opciones? Claro, basta con escuchar a la sociedad, su hartazgo. Algunos pueblos originarios nos han mostrado que hay otras formas de organización, algo podríamos aprender. Hoy los ciudadanos tomamos la decisión de votar por el agua, decisión que establece que cualquiera en el poder debe de dar respuesta efectiva a este conflicto. Más que un acto de desobediencia civil, en realidad es votar por otra opción no registrada, por lo tanto, es un acto de decisión ciudadana.
Los habitantes de la Ciudad de México han demostrado ser muy participativos de la vida política, así que hoy más que nunca debemos de cambiar los mecanismos de la democracia. Recordemos que la democracia viene de la decisión del pueblo, sólo que nos han hecho creer que sólo hay un mecanismo y una sola manera de votar, cuando en realidad también está en nosotros cambiarlos.
Así votar por el agua es exigir eficiencia en el servicio, el mantenimiento a las tuberías (cambio de los materiales, algunos tienen tantos años, que vienen de la época de los bisabuelos), captación eficiente de las corrientes pluviales, saneamiento adecuado, atención urgente a las fugas, construcciones de drenes, conexiones de nuevos drenajes y sistema de agua potable para las viviendas, delimitación a las concesiones de las multinacionales que acaparan los recursos y, sobre todo, distribución equitativa: #VOTAXAGUA.
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