Escribir porque sí, por ver si acaso
se hace un soneto más que nada valga;
para matar el tiempo, y porque salga
una obligada consonante al paso.
Salvador Novo
“Escribir porque sí” para el capricho del poeta, por la obligación del hombre, porque alguna vez el autor de estos versos dijo que fue escritor. El prólogo que abre el libro de Sátira de Salvador Novo (1904-1974), es reproducido en los XVIII Sonetos –objeto de estudio de esta letrilla–, que ahora se presentan como XIX, en el colofón a la edición de La Estatua de Sal, los cuales fueron escritos originalmente para ser difundidos entre los amigos más cercanos.

Los XVIII Sonetos fueron editados por primera vez en 1954 por Guillermo Rousset Banda, la segunda edición se realizó en 1995 y se publicó en 1998, en el proyecto editorial La estatua de Sal, en el que se incluirá el:
“apéndice de los dieciocho sonetos eróticos a los que debía sumarse uno más que Novo compuso después y que ya había sido incluido en una reedición póstuma y hoy inconseguible de esos poemas”.
El editor en la “advertencia” que precede a la obra de Salvador Novo, La estatua de sal, p. 11.
El preámbulo, o primer soneto, alerta al lector; hay una mezcla de desazón, nostalgia y contestación. Habla de aquella juventud, cuando era delgado como “una perra galga” y se entretenía con las “queridas”:
¡Qué le vamos a hacer! Ganar dinero
y que la gente nunca se entrometa
en ver si se lo cedes a tu cuero.Un escritor genial, un gran poeta…
Salvador Novo, “Sonetos” (Fragmento, Soneto I), en La estatua de sal, p. 193.
Desde los tiempos del señor Madero,
es tanto como hacerse la puñeta.
La bofetada impetuosa al rostro. Novo muestra un cansancio que hace renacer al poeta en los próximos versos.
La desazón aumenta con cada estrofa, cómo perder el tiempo en escribir sátiras para aquellos indeseables, objeto de sus burlas, los “prohibidos idilios silenciosos” del segundo soneto:
II
Si yo tuviera tiempo, escribiría
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., pp. 193-194.
mis memorias en libros minuciosos;
retratos de políticos famosos,
gente encumbrada, sabia y de valía.
[…]
Pero no puede ser, porque juiciosa-
mente pasa la doble vida mía
en su sitio poniendo cada cosa.
Novo es un escritor profesional, es decir, que vive de sus textos, “¡Qué le vamos a hacer! Ganar dinero / y que la gente nunca se entrometa”, cobra sentido:
“Pero si a primera vista vemos un Novo mercantil en el periodismo y aun prostituido en la publicidad, el perfil podría mostrar, al soslayo, su más auténtico rostro: Novo-profesional de la escritura”.
Carmen Galindo, “Novo 94” en Revista de la Universidad, p. 20.
Fue desterrado de la labor burocrática por autoridades homofóbicas, pero ello no lo detuvo, comenzó su trabajo en los periódicos. Escuchemos sus palabras:
“¿Es posible en nuestro tiempo en México, vivir de escribir? Cuando se logra se vive mal y pronto las filigranas del estilo se van por tierra para descubrir la natural actitud diaria del espíritu. Entonces cae sobre el escritor que se ha vulgarizado, algún nombre despectivo. No se le citará en los libros; pero él habrá logrado, por una parte, ser leído por todo el mundo, y por otra vivir, en un país en que se queda el libro y se agotan los periódicos”.
Ibidem.
Después de los primeros dos sonetos, el poeta deja el tema de su oficio para introducir al lector a su preocupación, una inquietud expresada en el verso cotidiano, aunque de cotidiano no tiene nada:
III
Este fácil soneto cotidiano
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 194.
que mis insomnios nutre y desvanece,
sin objeto ni dádiva se ofrece
al nocturno sopor del sueño vano.
El ingrato desvelo que levanta al poeta es el castigo del angustiado que no puede pronunciar en sus horas de vigilia sus más grandes temores, le sigue implacable entre en las noches y los bloqueos de la inspiración: “¡Inanimado lápiz en mi mano / mis odios graba o mis ensueños mece!” (ibidem). Los párrafos languidecen el espíritu:
Extinguiré la luz. Y amanecida,
el diamante de ayer será al leerte
una hoguera en cenizas consumida.Y he de concluir, soneto, y contenerte
Ibidem.
como destila el jugo de la vida
la perfección serena de la muerte.
El tercer soneto concluye, pero abre un nuevo umbral a la balada del verdadero interés del poeta; después de los devaneos, la nostalgia entre la vida y la muerte, el preso por fin consigue expresar el desencanto que le tiene en una jaula:
IV
Ya no aparece bien, a mis abriles,
Ibidem.
pensar en el amor. Fuera locura
llorar, sentir, querer —¡ay!— con la pura
ilusión de los años juveniles.
El hombre de edad madura se extingue, la naturaleza le ha alcanzado, pero más sus pensamientos pesimistas –la ausencia le carcome: “vierte su llanto la melancolía” (Ibid., p. 195). La nostalgia por aquella juventud, en la que lucía esbelto y guapo, hace juego con la desesperanza. Elías Nandino dijo de Novo:
“Salvador era horrendamente feo y, ya de viejo, su figura se perdió en joroba, altura y barriga”.
Elías Nandino, Juntando mis pasos, Guadalajara, Aldus, 2000.
¿Es posible que sea esta imagen la que veía el poeta en el espejo por las mañanas?
V
Mi vida sigue igual, amiga rara:
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 195.
despierto hecho una birria, voy al baño
y con productos Rubinstein restaño
la perdida frescura de mi cara.
Más todavía, Novo se encuentra en el espacio del nihilismo, la banalidad, la frivolidad de la vida, el hastío de los días, ¿a qué se debe este desasosiego que no encuentra puerto?
Doy a veces mi clase consabida;
Ibidem, p. 195.
a mi oficina soñoliento llego;
mi labor oficial quedó cumplida.
Al fin, Novo clava el aguijón en el objeto de su dolor, en la causa de tanta desesperanza que le ha llevado a escribir los sonetos. Ha sido una larga espera para el lector, pues llega al sexto soneto y se entiende el porqué de la melancolía:
VI
Yo te aguardé esta noche con el ansia
de mirarte llegar, y de que luego
escucharas impávido mi ruego
y me dieras tu fuerza y tu fragancia.Pero quisiste darte la elegancia
Ibid., p. 196.
de no venir; de desdeñar mi fuego,
sin saber que recibo por entrego
leche de muchos toros en mi estancia.
¡Qué reclamo del poeta, del amante despechado! El fuego que le consume le lleva a refugiarse en “muchos toros”; la erótica del poeta se amalgama con el resentimiento del hombre: “sin saber que recibo por entrego / leche de muchos toros en mi estancia”. Carlos Monsiváis señala que:
“Novo consigue en la poesía lo que se le niega socialmente: su emotividad y su sexualidad, así para ello deba volver casi metafísica su sexualidad”
Carlos Monsiváis “Salvador Novo: ‘que al espejo te asomes, derrotado’” en Revista de la Universidad, p. 30.
El amor homosexual, es amor:
VII
¿Por qué no me has escrito en tantos días
en que angustiado y pálido me espero
a que llegue el simpático cartero
espiando tras las blandas celosías?Yo pensé que más veces mentirías
tu amor lejano, dulce y plañidero;
que el engaño siquiera lisonjero
que iniciaron tus cartas y las mías.¿Qué te cuesta decirme que me adoras?
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 196.
¿Qué me cuesta creerlo y consolarme
lejos de ti, mi bien, si me enamoras?
¿Qué te cuesta en epístolas besarme?
¡Ah, qué larga es la espera, que devora la paciencia de cualquier mortal!, ¿qué palabras son las que más duelen sino aquéllas que son ausencia? Los cuartetos y tercetos que componen el séptimo soneto tienen la fuerza del amante que extraña con zozobra, el que espera sólo una letra del amado: un beso de cuatro letras. Continua con un dulce reclamo: “Yo te escribiría a diario, dueño mío” ((Fragmento, Soneto VIII).
“Dueño mío” es una expresión hecha con toda naturalidad. Guadalupe Loaeza señala que Novo
“fue quizás el primer gay público de México, aunque todo mundo hacía como que no se daba cuenta”.
Guadalupe Loaeza, “Salvador Novo. Provocador y audaz”, en Revista de la Universidad, p. 61.
Novo no tiene ningún problema para “plasmar su desvarío”.
Salvador Novo usa un lenguaje sencillo, pero ¿tiene el amor un lenguaje rebuscado? ¿El amor tiene un sólo lenguaje? Es posible que, de ello, derive el que haya tenido muchos lectores, y cuando las palabras no explican el sentir, una sola lágrima lo expresa todo:
¿Cómo mi muda voz expresaría
S. Novo, “Sonetos” (Fragmento, Soneto VIII), Op. cit., p. 196.
todo el amor, en lágrimas deshecho
que riega en aguardarte mi agonía?
La angustia del amante es tan común que, el ir y venir en miedos e inseguridades le es común a todo ser humano:
IX
Escribirte otra vez, ir al Correo;
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 197.
tocar mi lengua sus orillas frías;
llevar la cuenta exacta de los días
que hace que se efectuó nuestro himeneo.
Pero escribir de amor, por muy vulgarizado que sea el poema, no hace a su poeta, insigne. El lenguaje puede explicar cómo un poema puede acercar al lector, no con su creador, sino con el sentimiento mismo:
X
Pienso, mi amor, en ti todas las horas
Ibid., p. 198.
del insomnio tenaz en que me abraso;
quiero tus ojos, busco tu regazo
y escucho tus palabras seductoras.
Novo, sin embargo, no puede ser sólo el enamorado; él nunca pudo tener una pareja permanente, si bien, se cuenta de un romance apasionado con Federico García Lorca, le gustaba más que el amor, enamorarse: “A todos sus amigos les mandaba en diciembre un soneto para despedir el año. Se enamoraba de policías y soldados” (G. Loaeza, Op. cit., p. 62). En el fondo es un provocador, por ello, el amante sube el tono de su súplica:
Miro la vida con mortal enojo;
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 198.
y todo esto me pasa, dueño mío,
porque hace una semana que no cojo.
La intensidad del deseo sexual, aumenta en el décimo primer soneto:
XI
¿Qué hago en tu ausencia? Tu retrato miro;
Ibid., p. 199.
él me consuela lo mejor que puedo;
si me caliento, me introduzco el dedo
en efigie del plátano a que respiro.
Los versos eróticos son el material de Novo; otros de sus poemas matienen la temática de los cuerpos y la sensualidad. Monsiváis señala que:
“Gran parte de la obra y el comportamiento de Novo gira en torno de su transgresión sexual […]. Sin ambages, en Novo la homosexualidad es el impulso incontrolable y el estímulo primordial”.
Carlos Monsiváis, “El mundo soslayado (donde se mezclan la confesión y la proclama)” en Salvador Novo, La estatua de sal, p. 16.
Otro poema, “Junto a tu cuerpo”, es modelo de ejemplaridad:
Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío
Salvador Novo, “Junto a tu cuerpo” en Valdés, Héctor. Contemporáneos. Una antología general, p. 267.
junto a tus hombros tersos de que nacen las rutas
de tu abrazo,
de que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas,
sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia.
Monsiváis aclara al respecto de este último poema:
“Desvaída, difuminada, la sexualidad persiste de manera simbólica y alusiva. Lo que el coito evoca es la sensación de ruptura, para lo que sirve el vínculo erótico es para invocar las ataduras amorosas. Novo insiste en borrar la sexualidad específica”.
C. Monsiváis, “Salvador Novo: ‘que al espejo te asomes, derrotado’”, p. 30.
Bien pudo ser un poeta maldito: “o por mejor decir, me hago pendeja” (Fragmento, Soneto XI). Es provocador en tiempos homofóbicos:
Salvaje en uno, me embriagó la sana
Ibid. (Fragmento, Soneto XII), p. 199.
y cálida caricia de su aliento.
Amo en el otro, príncipe de cuento,
la mirada magnífica y lejana.
Novo tiene la audacia de describir la apetencia sexual, “socialmente innombrable”, que el México del machismo le ha costado aceptar. Los crímenes homofóbicos estaban a la orden del día en el siglo XX, la clandestinidad y la marginalidad, también era cosa corriente ante una sociedad que elevaba la idea de “masculinidad” como el referente del orden moral.[*]
Los insultos verbales para aquellos que insinuaban su sexualidad “anormal” eran cotidianos, no es de sorprender el desafío que representaba Salvador Novo, y es más destacable que él se haya hecho respetar con picardía e insolencia:
“Antes de la segunda mitad del siglo XX, lo masculino es la sustancia viva y única de lo nacional, entendido lo masculino como el código del machismo absoluto y lo nacional como el catálogo de virtudes posibles”.
C. Monsiváis, “El mundo soslayado”, Op. cit., p. 18.
El ocultamiento de la homosexualidad es una práctica que sigue manifestándose, aunque a partir de los 90’s se haya iniciado los movimientos lésbico-gays, sin embargo, Novo no se oculta ni se avergüenza, por más humillaciones que algunos lo pretendan.
Los sonetos de Novo tienen:
“La táctica, muy sencilla, responde a una cultura coronada por lo que en Estados Unidos llaman camp, la técnica y el culto de la extravagancia gay que descubre valores estéticos y sentido del humor en lo inesperado, lo excesivo, lo barroco popular, la transformación del melodrama en ‘ópera de tres centavos’ y la pose”.
Ibid, p. 61.
En el caso de los sonetos, se encuentra el amor, mezclado con las apetencias sexuales, es decir, con el deseo carnal, ¿por qué tendrían que separarse? La idealización del ausente se convierte en el amor inalcanzable, en el verdadero amor:
XIV
Si pudieras quedarte, dueño mío;
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 200.
si yo pudiera compartir tu lecho;
sentir tu corazón junto a mi pecho
vibrar en jubiloso desvarío;
entregarte la vida, y satisfecho
la vida reanudar con nuevo brío.
La estrofa representa el amor del poeta; los deseos del hombre. Como dice Monsiváis:
“En materia de pasiones amorosas, el autoescarnio del gay es la distancia prudente que alivia las vejaciones en su contra”.
C. Monsiváis, “El mundo soslayado”, Op. cit., p. 61.
El poeta sigue deshaciendo en devaneos en el soneto XV:
Pero un año pasó desde aquel día;
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 201.
monótona tornóse mi ventura,
y vi junto a su carne prematura
huerto en sazón que mieles ofrecía.
Un tanto juguetón, el sentido del humor inesperado se hace presente en el siguiente soneto, es una composición en que:
Ven a llenar mi corazón vacío
S. Novo, “Sonetos” (Fragmento, soneto XVI), Op. cit., p. 202.
Harto de sinsabores y deslices
En tanto que preparo las perdices,
Que pongo la sartén —y que las frío.
Monsiváis diría al respecto:
“Novo enumera las vertientes de su poesía: ‘La circunstancia, el humorismo y la desolación’ […] la experimentación y el despliegue analógico […]”
C. Monsiváis, “El mundo soslayado”, Op. cit., p. 65.
El encuentro tan añorado, con su amado, se expresa en el soneto XVII:
Tus manos fuertes, grandes, que me daban
Ibid. (Fragmento, soneto XVII), p. 202.
La vida en sus caricias, y la muerte;
Mis manos, que quisieron retenerte;
Tus manos, que mi pecho desgarraban.
[…]
El milagro ocurrió. No fueron vanos
a los ojos de Dios mis hondos ruegos
ni mis suspiros sordos y lejanos.
Los sonetos vuelven a encontrarse con el amor, ¿el homosexual y la mujer, no coinciden en la expresión de su amor? La frivolidad de Novo se desvanece:
“Enfrentado a su condición amorosa, Novo intenta apresarla con un procedimiento donde la lucidez trasciende las vivencias inicuas”.
C. Monsiváis, “El mundo soslayado”, Op. cit., pp. 64-65.
El sueño de su amado se cumple y le ofrece una propuesta sensual “¿No quisieras, mi bien, tomar un baño?” Pero el encuentro no es como lo había soñado, los años han pasado:
XVIII
Nos volvemos a ver. Año tras año
soñé con encontrarte en mi camino.
¡Sol de mis ojos, luz de mi destino!
¿No quisieras, mi bien, tomar un baño?Nos encontramos uno al otro extraño:
Gordo tú, flaco yo —¡mundo mezquino!
Y me complace ver —¡oh, desatino!—
que hay cosas que no cambian de tamaño.Te quiero como antaño te quería:
S. Novo, “Sonetos”, Op. cit., p. 203.
con pasión, con dolor, con amargura,
cual si este siglo hubiese sido un día.
Después como el diario íntimo que los versos han guardado con desesperación, el poeta expresa en el último soneto, la crudeza de la vida:
XIX
Dura visión aflige a los longevos
—cáscara inútil en desierto nido—:
Ver que se apaga en ellos la libido
—urgencia y potestad de los mancebos.Ambos endocrinaran como nuevos
— fabricantes del juego apetecido—
si el derecho no hubiera desistido
(hablo —¡triste experiencia! — de mis huevos).Dura ley: pero ley que nos caduca,
todo —decreta— por servir se extingue:
ayer si penetro, sólo hoy machuca.Puesto que ya no hay potro que respingue,
Ibid., pp. 203-204.
al consuelo falaz de una peluca
mi juventud se atenga —y yo me chingue.
Ineludiblemente, el tiempo ha matado al poeta, aunque éste lo anuncie con sarcasmo, lo que no niega el dolor, como es el caso en “Elegía”:
Los que vestimos cuerpos como trajes envejecidos
Salvador Novo, “Elegía” en Antología. 200 años de poesía mexicana, p. 645.
a quienes basta el hurto o la limosna de una migaja
que es todo el pan y la única hostia
hemos llegado al litoral de los siglos que posan sobre
nuestros corazones angustiados
El soneto fue cultivado desde la juventud por Salvador, incluso escribió un texto, “Sobre el soneto”, en su Antología personal, en el que escribe sobre los poetas italianos,** ¿cómo no comprender que al terminar de escribir sonetos, lo haga al final de su vida? Salvador Novo consideró que ya no había razón para seguir escribiendo, Monsiváis recoge su declaración:
“Cuando ya no valía la pena ejercitar este tema tal como aquí lo practiqué –me volví viejo y horroroso- abandoné la poesía amorosa. […] Después de esos poemas ya no tenía para qué escribir otros”.
C. Monsiváis “Salvador Novo: ‘que al espejo te asomes, derrotado’”, p. 30.
La irreverencia a lo largo de los XIX Sonetos, quebró la semántica al antojo de Salvador Novo, pero a decir verdad, los sonetos no fueron uniformes, sino que demostraron la angustia del amante que amanece en soledad, añorando a su amado, no sólo para calmar el deseo sexual, sino al espíritu amoroso; por un lado, los placeres de la carne y, por el otro, el amor noble.
Novo hace que nos preguntemos: ¿Por qué este afán de dividir al hombre, en el yo que es autor y en el yo lírico que narra? ¿Por qué las escisiones, tan de moda en nuestros tiempos, arremeten incesantes para que nos deshumanicemos?
Salvador era un poeta homosexual, que nunca pudo dividirse: Escribir para sí, es hacerlo para el mundo, sin ocultamientos, desde la propia vida. Tal vez, su única escisión se encuentre, como lo dice Monsiváis, en el hecho de que: “Novo expresa en los poemas lo que reprime en su personaje público: su emotividad y su erotismo” (p. 65). Tal vez…
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* Cf. Jorge Mercado Mondragón. “Intolerancia a la diversidad sexual y crímenes por homofobia. Un análisis sociológico” en Sociológica, pp. 136-151.
**Cf. Salvador Novo, “Sobre el soneto” en Antología personal, México, Conaculta, 1991, pp.17-19.
Bibliografía
- Galindo, Carmen. “Novo 94” en Revista de la Universidad, Núm. 527, México, UNAM, diciembre de 1994, 19-21pp.
- Loaeza, Guadalupe. “Salvador Novo. Provocador y audaz” en Revista de la Universidad, Núm. 126, México, UNAM, agosto 2014, 61-62pp.
- Mercado Mondragón, Jorge. “Intolerancia a la diversidad sexual y crímenes por homofobia. Un análisis sociológico” en Sociológica, año 24, número 69, México, UAM, enero-abril de 2009, pp. 123-156
- Monsiváis, Carlos. “El mundo soslayado (donde se mezclan la confesión y la proclama)” en Salvador Novo, La estatua de sal, México, FCE, 2008, 13-72pp.
- Monsiváis, Carlos. “Salvador Novo: ‘que al espejo te asomes, derrotado’” en Revista de la Universidad, Volumen XXXV, números 2-3, octubre/noviembre de 1980, 24-35pp.
- Nandino, Elías. Juntando mis pasos, Guadalajara, Aldus, 2000.
- Novo, Salvador. “Sonetos” en La estatua de sal. México, FCE, 2008, 191-204pp.
- Novo, Salvador. Poemas en Antología 200 años de poesía mexicana. México, Ed. Éxodo, 2012, 642-649pp. [1ª reimpresión]
- Novo, Salvador. Poemas escogidos en Valdés, Héctor. Contemporáneos. Una antología general. México, SEP-UNAM, 1982, 250-288pp.
- ¿Cómo se vinculó la fe con la filosofía? (Siglos II y III)
- Una mirada disidente a la mirada abarcadora del panóptico
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- Monteagudo: Cuáles son los límites para la construcción de una nación
- Manifiesto
- “Visión de Anáhuac” de Alfonso Reyes
- “La intelligentsia mexicana” de Octavio Paz
- Tres ateneístas