Se presentan fragmentos de un artículo publicado en Ojarasca (La Jornada) sobre la relación entre el populismo y los pueblos indígenas, con la intención de reflexionar de qué modo están operando en la política y los movimientos sociales:
Cuando hablamos de populismo, es inevitable pensar: ¿cuál populismo?
Definir y establecer características de un fenómeno es hacerlo en relación con los actores que adscribimos al llamado “populismo”, porque de esta manera podemos, igualmente, establecer los conflictos que se desprenden de un concepto tan inasible, movedizo y diluido. La reflexión que comparto proviene de las múltiples dudas que se desprenden de los términos “populismo”, “pueblo”, “nación” y “país” cuando los que intervienen son los pueblos originarios, cuyos propósitos ponen en juego dichos conceptos.
Así, al preguntarnos qué es el pueblo y quiénes conforman la nación, la respuesta no se encuentra en los libros de texto ni en los discursos oficiales del Estado, sino en las personas a las que se intenta clasificar en este o aquel grupo; por ello, ¿qué implicaciones tiene el que un pueblo o comunidad indígena colabore en un movimiento populista, o qué efectos tiene la participación individual de indígenas en manifestaciones de corte social, proletaria o nacional?
¿Los pueblos que colaboran en un movimiento de corte populista son parte constitutiva de éste? Recordemos que algunos pueblos mapuche participaron del movimiento de Perón, que en el cardenismo o zapatismo hubo diferentes pueblos originarios, o que hoy día AMLO tiene apoyo de algunos nahuas o zapotecos, o que en los diferentes movimientos sociales a lo largo de la conformación latinoamericana han estado presentes las comunidades. Podemos responder que momentáneamente lo son. Es el peligro. Por lo menos, de no comprender las razones para su participación. Si se cree erróneamente que sus intereses están alineados toparemos pared. Es importante aprender a escuchar y respetar a los pueblos. Sólo así llegaremos a mejor puerto.
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¿Cómo hablar de un populismo que “reúne” las diferentes demandas de sectores, cuando existen pueblos que pretenden la autonomía y autodeterminación política frente a la nación hegemónica?
Cierto es que varios pueblos indígenas pueden ver en una persona el medio para que les restituyan las tierras o evitar el despojo, la aplicación de la justicia o el respeto a la anhelada autonomía, pero este hilo es tan delgado que en cuanto se tense podría quebrarse, y seguirá la vuelta al caos.
Cuando hablamos de “populismo” con sectores poblacionales tan diversos y los diferentes pueblos indígenas, ¿se puede aspirar a una articulación de demandas? ¿Es posible una vinculación de intereses en común? Estaremos condenados a las confrontaciones, con populismo o sin él, si somos incapaces de respetarnos y encontrar, no una meta en común, sino vías para caminar de forma paralela sin perjudicar a otros —y de paso expulsando intereses ajenos que nos perjudican.
Publicado: Matías Rendón, Ana. “Populismo y pueblos” en el Suplemento “Ojarasca” de La Jornada, núm. 274 , febrero, 2020, p. 3.