Reseña breve sobre la película 1492: la conquista del paraíso
¿Acaso 1492, esta película, puede representar lo narrado en el Diario de Cristóbal Colón?

El inmenso mar, surcado por una nave que desaparece en la circunferencia del horizonte. Así, inicia la película, con el mar que nos recuerda que sólo él nos separaba, esa sombra líquida que esconde en sus profundidades las más grandes riquezas y sueños de los hombres.
1492, inevitablemente, nos conduce a las reflexiones allende de las imágenes cinematográficas, como representación, nos permite cuestionar las representaciones narrativas y epistemológicas. ¿Cómo puede un accidente desencadenar las más diversas teorías y explicaciones de un hecho, al grado de confundir los sueños, los anhelos y el imaginario con la realidad?
La película bien se puede resumir en cómo Cristóbal Colón al intentar encontrar una nueva ruta a Oriente, llega al descubrimiento de la nueva tierra, si es que tal tesis aún se sostiene.
En las escenas, es decir, en los detalles, es donde se asoman los puntos esenciales del “encuentro”:
- el impulso narrativo de Marco Polo para el diario colombino, el conocimiento cartográfico para que pudiera arriesgarlo todo;
- la ceremonia del nombramiento con “El Salvador”, o más bien el renombramiento de la isla de Gunahaní;
- la supuesta comunicación, de la que poco podremos estar seguros (por lo menos en los primeros meses), entre los hombres imprevisibles, genéricamente llamados “indios”, y los hombres venidos del mar o europeos;
- el recibimiento con grandes honores del Almirante y los “obsequios” que lleva a España: muestras de frutos y plantas, papagayos, un poco de oro y seis nativos;
- las ambiciones para encontrar las grandes riquezas del imperio del Gran Khan y muchos elementos más y, sin embargo, falta uno.
Uno, en el que la película tiene una inflexión para enaltecer al hombre, al navegante que temerario desafió los límites cartográficos y ensanchó las fronteras del conocimiento, el momento en el que vuelve, en su segundo viaje, al fuerte de Navidad, el cual no tiene el impacto del Diario colombino. Es justo ahí, cuando Colón deja de ver a los indios como salvajes sin codicia, y termina por creer las historias sobre los cariba, y los indios pasan a ser los caníbales a quienes hay que someter por la fuerza.
En conclusión, me quedo con la imagen del título, de lo que representó América para Europa: el paraíso, por consiguiente, su conquista. El paraíso, lugar al que creyó llegar Colón, no el terrenal que califica Américo Vespucio, sino el divino. En el Diario, es la abundancia de agua dulce lo que le indica que está cerca del paso, según sus conocimientos cartográficos y de los textos sagrados, el Paraíso se encontraría al extremo de Oriente. No es de extrañar que el último deseo del viajero fuera regresar.
1492: el paraíso para unos, el infierno para otros.