En el caso de los conocimientos indígenas, lo primero que debe advertirse son los prejuicios sobre ellos, pues con generalidad se confunde lo producido antes de los españoles con la epistemología contemporánea, o bien son reducidos a una cosmología horizontal y parte del folclor nacional. Cierto es que existe una base que se conserva, por la cual se puede establecer un discurso continuo de la identidad de un pueblo, y aunque ha cambiado, no siempre es de la manera en cómo se ha supuesto.
Indagar sobre el lenguaje, el cuerpo y el amor en la poesía es establecer un vínculo indisoluble entre la Palabra, la corporalidad y las afecciones, de tal modo, que solo se puede hacer revelando la epistemología subyacente, atendiendo la lengua, la oralidad, la historiografía y, por supuesto, los problemas de traducción.
La traducción no se reduce a un aspecto lingüístico (Bassnett y Trivedi, 2002), está en estrecha relación con el contexto cultural y político que ha conferido la equivalencia de sentidos, mostrando la situación etnocéntrica (Cattan, 2016), cuyas consecuencias se demuestran en la anteposición de un pueblo sobre otro para establecer sus representaciones, una lucha de poder que invade los sentidos epistémicos. Así, para acercarse a las sociedades que tienen un marco de vida diferente se sigue la comprensión de la cultura, lengua y producción de sus conocimientos.
Sobre el amor
El “amor” define una forma afectiva de relacionarnos. Cuando la lengua trae otros sentidos, otras formas de expresar las emociones, el lenguaje se vuelve un asunto fundamental para comprender los conocimientos que vienen de otras culturas, además, el cuerpo se asume dentro de estas relaciones.
A partir de Darwin se popularizó la diferencia entre la emoción y su expresión, pero ¿realmente están separadas? El amor no está sujeto a las personas, a los cuerpos o a los objetos, sino a los vínculos mismos que lo sostienen. Entrar al terreno de las afecciones, sería también pisar los terrenos del lenguaje.
Lo que Bernard Williams rescata entre el enunciado y la expresión, es la complejidad que se encierra. En el acto de habla el papel de la sinceridad es crucial. Los dictados de sinceridad o insinceridad suelen no ser importantes en los casos de convenciones estrictas (como el saludo), sin embargo, en el caso de la intención es diferente, porque el agente puede o no expresar sus intenciones, o llevar al error a cerca de éstas.
Las expresiones de las emociones están sujetas a esto mismo “uno no está expresando sus sentimientos si sus declaraciones son insinceras” (1986: 283). Las afecciones crean reacciones afectivas, el engaño a través de la indignación, miedo o conmoción pueden ser para convencer, aunque también permite el autoengaño; una afección, al ser enunciada puede caer en la simulación, ser una expresión emocional insincera con fuerte convicción moral. En este sentido, la emoción puede ser creada y se le puede hacer desaparecer, por supuesto.
Mas esta forma de pensar las afecciones y las ideas sobre las afecciones provienen de una sociedad que ha equiparado moralmente, el éxito a cualquier precio, con el engaño supravalorado. Estar en constante duda, cuestionando la conducción de los demás, es parte intrínseca de las relaciones sociales, pues el lenguaje puede engañar. Existe, por lo tanto, una predisposición por razones culturales, morales, políticas e incluso epistemológicas.
Otro argumento que hay que hacer a un lado, por lo menos para comprender la idea del “amor” en el mundo indígena es la separación cuerpo/mente o cuerpo/alma o cuerpo/razón. Esta división, que burdamente, puede reducirse en la defensa de alguna tradición filosófica entre Descartes o Spinoza, o en el camino bifurcado de la razón-mente-masculino y las emociones-cuerpos-feminidad es la forma de entendimiento de las sociedades europeas y latinoamericanas.
Este pensamiento trae consecuencias profundas, es un sistema de pensar dialéctico que comprende las condiciones mismas de lo cognitivo, del cuerpo y las afecciones. De lo anterior también han surgido planteamientos reivindicativos; en Latinoamérica, por ejemplo, la “otredad”, la “no-razón” y la “otra-razón”.
Asimismo, para subsanar el bipartidismo se ha recurrido al pensamiento corporizado y el sentipensar, con ello, pretendiendo conjuntar la división que la sociedad ha creado, e intentado usar dichas categorías para explicar las relaciones indígenas, sin embargo, en éstas no existe tal división para entender el mundo.
El pensar es del corazón, lo cual se ve reflejado en el rostro. Mostrar el rostro es hablar con verdad, es dejar oír a la Palabra. El corazón no es sólo el órgano, es el símbolo de lo que vale la persona. “Tengo un pensamiento triste” es un enunciado que simplifica la forma de entender las afecciones.
La relación del lenguaje con la expresión está atravesada por una moral que no espera, de entrada, el engaño, sino la sinceridad. Nuevamente, tampoco se afirma que la gente no engañe, o que en países latinoamericanos sólo se quiera dañar a los demás, significa que hay una norma por la cual las personas se rigen de manera colectiva.
Las afecciones como la indignación, el dolor y el coraje mueven a la lucha indígena, lo mismo que otros afectos provocan una reacción para conciliarse con las diferencias. En el “amor” se encuentran los elementos culturales por los cuales la afección es entendida; en la lengua, sus significaciones.
El idioma español no enuncia la equivalencia de sentidos de las lenguas indígenas, por ello, primero hay que desmontar algunos prejuicios surgidos de una traducción viciosa, surgida por la asimetría en las relaciones de poder, ya que aquí reside la complejidad de las representaciones.
Publicado: Matías Rendón, Ana. “Lenguaje, cuerpo y amor en la poesía indígena latinoamericana” en Filosofía latinoamericana: ¿Nuevos rumbos del filosofar?, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2018, pp. 71-90.
Hola, tu trabajo es impresionante me esta resultando esclarecedor. Estoy elaborando un monografía de revisión sobre literatura indígena de los pueblos Náwat, Lenka y Kakawira de El Salvador, Centroamérica.
Hola, Ricardo, muchas gracias por tu interés. Tu trabajo también suena muy interesante; le echaré un ojo.
Gracias, ahorita estoy en el proyecto de investigación, no tengo un tutor especializado como tu, me encantará cuando termine compartir la monografía. Por ahora estoy leyendo tu trabajo sobre la discursividad indígena, junto a los de Carlos Montemayor y aprendiendo a descolonizar el pensamiento.
Muchas gracias por la confianza, con gusto espero para leer tu trabajo. ¡En el camino andamos!