Imagen el cuerpo en el espacio

Este ensayo o híbrido lo escribí a partir de varios tópicos que me han perseguido a lo largo de los años. Mi obsesión con el lenguaje, porque desde mi niñez tuve problemas con el “hablar” y luego con la escritura. Por ello, algunos de mis textos filosóficos se centran en la lengua y el lenguaje. Otro tema, es la danza.

Creo, fervientemente, que si hubiera tenido la oportunidad me hubiera dedicado a tan noble arte. Sin embargo, aun cuando no lo conseguí, debo señalar que entre los trabajos en mi niñez, el anochecer, me permitía ser libre y bailar. Por ello, me gusta contemplar la noche y el universo / el espacio. Estos mismos los exploré con el ensayo de Quasimodo, aunque bajo otra óptica. Y siguen presentes en otros textos.

Sin más, les comparto un breve fragmento, esperando que sea de su interés para seguir leyendo.

Imagen el cuerpo en el espacio
“Luna”. Fotografía de Reyna Ferradas

El cuerpo en el espacio (fragmento)

Te escribo sobre la piel curtida de los años que se arrojan sobre el abismo de las frustraciones, de las inclinaciones oscuras y de la decadencia de mis sombrías noches, porque el silencio me atormenta: ha enmudecido a mis labios. No puedo pronunciar palabra… me escapo de mí.

Un cuerpo, sobre una estera de hojas de otoño, se desliza suavemente, diluyéndose en el tintero del tiempo, escribiéndose y reescribiéndose, conjuntando completamente sus signos más usados y mofándose de aquellos analfabetas fúnebres que espían con descaro absoluto, no sin antes sentir un poco de amargura en su desnudez, de suerte que me provoca a ojearlo y posar mis ojos ciegos sobre sus fragmentos, fugándome –todavía más– por mis segmentos en el universo que le rodea.

Los cuerpos exiliados tienen su propio lenguaje y una lastimera melodía que recorre tras de sí sus pasos, cuando por fin se liberan, recorren los espacios abiertos que sus miembros irrumpen con frenesí, con pies empinados, arriesgándose a caer, fracturarse, pero ¿cómo podrían darle sentido de otro modo que no fueran hundiéndose en el precipicio?

Yo sigo la danza de tu lenguaje, allá, aquí, donde ya no siento el destierro, aunque sigo en el afuera y adentro. Así, mi cuerpo exiliado se impulsa hacia adelante mientras tú cruzas el espacio. Distante te sigo, con mis pies borrachos y trastornados de tonalidad para escribir tras tu estela.

***Publicado en: Revista Sinfín, marzo – abril de 2014, pp. 24-27.

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