Los calendarios mesoamericanos que conocemos son los maya y azteca, sin embargo, cada pueblo tenía su propio calendario, los cuales se reducen a dos tipos diferentes: los prehispánicos basado en el número 73 y el zapoteco en el número 65.
Calendario: una representación del universo
Los calendarios muestran los conocimientos astronómicos de las antiguas civilizaciones prehispánicas. Pensamos que sólo existen dos calendarios antiguos, el maya y el azteca, pero en realidad existen más, muchos más.
Alfonso Caso, uno de los más grandes estudiosos de los calendarios mexicanos antiguos, estudió varios tipos como el azteca, el maya, el texcocano, tlaxcalteca, tlatelolca, mixe, zapoteca, otomí, matlatzinca, chinanteco, mazateco, tarasco entre otros.
Pero hay que considerar que cada pueblo tenía su propio calendario, así, cuando hablamos de un calendario “maya” en realidad son varios calendarios mayas, pues cada pueblo maya, sí cada uno, tenía el suyo independiente de su homólogo hermano. ¡Imagínate la cantidad de calendarios que existían!
Cada calendario, cada registro del espacio-tiempo, pues un calendario es eso: un registro; tenía una función específica en cada sociedad y podemos decir que moldeaba su forma de vida, sus modos de concebir el mundo. ¿Por qué digo que es un registro del espacio y el tiempo? Pues, es que antes se concebía un espacio específico con un tiempo específico. La forma de conocer estas entidades estaba ligada.
Los calendarios mesoamericanos representaban los conocimientos astronómicos, pero también había otras actividades que hacían el mismo registro, como lo es la danza de los Voladores de Papantla, las pirámides o centros ceremoniales como Teotihuacán.
Los calendarios representaban los conocimientos astronómicos de los pueblos prehispánicos. Los indígenas concebían el universo en forma de espiral. Hoy se sabe que nuestra galaxia tiene esta forma, también pensaban que el universo se dividía en cuatro zonas, otras culturas europeas u orientales también lo dividían en cuatro puntos (cardinales).
Los indígenas estaban muy avanzados en los conocimientos sobre el universo y la vida de los pueblos estaba construida conforme a su cosmología. El astrofísico mexicano Jesús Galindo Trejo se ha dedicado al estudio astronómico de los calendarios y las pirámides, señalando que estos se hicieron a semejanza de una cosmovisión del universo por parte de los pueblos prehispánicos.
¿Qué sabemos de los calendarios mesoamericanos?
Galindo Trejo explica que pueden señalarse de forma general que existen tres tipos, de los cuales se desprenden los demás.
El primero corresponde a uno muy antiguo del que quizá se hayan desprendido otros, como es el de Teotihuacán y que se puede representar en el Templo Superior de los Jaguares y el observatorio de El Caracol de Chichén Itzá, y el Templo Mayor de Tula. El segundo es el más conocido es el que corresponde a los mexicas o aztecas y que se representa en el Templo Mayor. Entre el primero y el segundo hay muchas coincidencias, así que se ha tomado como si fueran un sólo tipo. El tercero es el que muestra más diferencias y es el de los zapotecos.
Los dos tipos de calendarios que nos han llegado al día de hoy es el de la cuenta basada en el número 73 y el de 65. En la cuenta de 73 están casi todos los calendarios mesoamericanos, excepto el de los zapotecas que se basa en el número 65.
El primer calendario basado en el número 73 se divide en dos calendarios, que es el de 365 días, que es llamado el calendario agrícola o calendario civil, este se parece al que actualmente tenemos, pero se dividía en 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días de aciago. El otro calendario se llamaba calendario adivinatorio o ritual y estaba organizado por 13 veintenas y era de 260 días en total. Los aztecas llamaban al calendario agrícola Xiuhpohualli y al ritual como Tonalpohualli o Tzolkin.
El astrofísico Galindo Trejo explica que
“Ambas cuentas comenzaban simultáneamente, pero después de 260 días se desfasaban y avanzaban independientemente. Sin embargo, había que esperar 52 años de 365 días para que de nuevo las dos cuentas coincidieran y reiniciaran de manera sincrónica”.
Jesús Galindo Trejo en su ensayo “La astronomía prehispánica en México“
En realidad, no son dos calendarios diferenciados, sino que son dos ciclos que pertenecen a un mismo calendario, pues estos ciclos se articulan para dar una cuenta de rueda de 52 años.
El número 73 se explica porque:
“En ese periodo de años la cuenta ritual se había completado 73 veces, es decir, se cumplía la relación básica: 52/73 = 260/365. En ocasión del fin y del inicio de cada periodo de 52 años, se efectuaban solemnes ceremonias en las que se encendía el llamado Fuego Nuevo”
—nos dice Galindo Trejo.
Y que el número 73 es la quinta parte de 365.
En cuanto al tipo de calendario basado en el de 65 días que corresponde a la cultura zapoteca, Galindo explica que el calendario zapoteco: “dividía la cuenta ritual en cuatro partes de 65 días; a cada una de éstas se le llamaba Cocijo”.
Los calendarios prehispánicos hoy
En algunos pueblos indígenas hoy día siguen basando su calendario como se hacía antiguamente, aunque con algunas variaciones o en paralelo con el gregoriano de 365 años que es el que usamos que proviene del mundo occidental y la religión católica.
Los especialistas siguen estudiando los calendarios mesoamericanos y siguen dando mucho de qué hablar pues se van descubriendo nuevas cosas.
La historiadora Ana Díaz Álvarez ha centrado sus estudios en la controversia entre Bernardino de Sahagún y Fray Toribio de Benavente sobre lo que se conocía del calendario azteca. Otros grandes estudiosos han dedicado sus teorías sobre el calendario azteca como Miguel León Portilla. En los mayas también hay grandes estudiosos a nivel nacional e internacional que se han dedicado al estudio de los jeroglíficos y de los calendarios.
En mi caso me he centrado en el calendario mixe o ayuuk y en las transformaciones en las concepciones del espacio-tiempo en los pueblos mixes, al igual que Juan Carlos Reyes y Gustavo Torres ha hecho lo suyo con sus investigaciones. Juan Carlos es investigador mixe originario de Alotepec, y Gustavo Torres, aunque no es mixe, tiene estudios muy interesantes.
En cuanto al estudio del calendario zapoteca destaca el antropólogo y escritor zapoteco Víctor de la Cruz que también descifró muchos de los signos antiguos.
La historiadora Díaz ha explicado que
“la implementación del calendario gregoriano en América no debe entenderse sólo como la sustitución de una forma de cuenta y registro del tiempo por otra, sino como un proceso más complejo que implicó la transformación de conceptos y problemas relativos al tiempo y sus cualidades”.
Ana Díaz Álvarez, en el ensayo “Tlapohualli, la cuenta de las cosas. Reflexiones en torno a la reconstrucción de los calendarios nahuas“.
Una de las líneas investigativas más curiosas con respecto a los calendarios antiguos ha sido empatarlos con el calendario gregoriano o cristiano.
No todo está dicho sobre los calendarios, así que seguramente los estudiosos nos seguirán sorprendiendo.