Imagen Arlequin Victor Arguelles
Imagen Arlequin

Arlequín
Ana Matías Rendón
México, Kumay, 2022.
ISBN: 978-607-97573-5-9

Arlequín es un cuento breve de fantasía salpicado de notas filosóficas. Ocho criaturas intentan escapar de su encierro, en su intento, descubrirán cuál es su lugar en el mundo.

FRAGMENTO de ARLEQUÍN

La Tierra Oscura

—¿Alguien trae algo más que dejemos en prenda?

Azul mira su hilo. La mirada se prolonga en una despedida para siempre. Finalmente, entrega la hebra al Payaso, quien comprende el gran sacrificio que eso supone. Ha sido un gran acto de desprendimiento, en el fondo es una renuncia a sí mismo, a una vida de obsesiones. Una renuncia que puede provocar el escalofrío de quien se desprende de un valor incuantificable.

El variopinto también saca de sus bolsillos una nariz roja de repuesto y una pelota de goma que guardaba, sin recordarlo. Le extiende los objetos al líder quien mira al resto del grupo.

La Dama entrega un cigarro que nadie sabe de dónde lo sacó. Amorfo, toma lo que parece ser una uña, pero en realidad es una pepita preciosa que ha producido de su cuerpo. El Esclavo mira la comida, luego su mano vacía. La escarpia hubiera sido un buen detalle, después posa su atención en la corona del Rey, una corona que está descarapelada y que, evidentemente, es una farsa, obtenida en un mercado de baratijas. El monarca se yergue orgulloso de su porte, insiste en vestirse de ensueños del pasado. La respuesta al pedido a su corona es la negación. El esclavo lo compadece porque la diana es un engaño poco disimulado.

Mientras Arlequín entra a pagar, el Payaso observa atento el intercambio de miradas entre el Rey el Esclavo. Ambos tienen mucho que decirse pero ninguno se atreve a iniciar la afrenta.

Para el Rey el poco tiempo de sentir el aire libre en sus pulmones, lo hace recobrar su arrogancia. La arrogancia nos hace creer que todo es posible, aun cuando las circunstancias nos desmienten. El Monarca está convencido de que sus investiduras deberían ser reconocidas y su sola presencia capaz de producir súbditos.

—¡Yo! ¡Yo podría destruir este lugar si lo quisiera! Acabar con estos bellacos sin respeto —el Monarca grita en medio de la calle, luciendo un traje sucio y una corona apócrifa como antes lo hiciera, cuando un reino se inclinaba ante el sólo pronunciamiento de su nombre.

Quienes lo traicionaron no buscaban mejores condiciones para el pueblo, pero se respaldaron del discurso para destituirlo y desterrarlo. El Monarca aún guarda el rencor y el sentimiento de venganza que desea con todas sus fuerzas aplicar, sin atender que es más grande su impotencia que todos sus deseos.

—Se le olvida que para conquistar se requiere un ejército, un reinado dispuesto al sacrificio —señala el Payaso.

—Usted es un hazmerreír —intervine el Esclavo que no puede seguir aguantándose las ganas de decirle el par de cosas que piensa al exrey y quien, tras las palabras del Payaso, se siente con la seguridad de continuar.

—¡Lo dice un esclavo! Un hombre envilecido y que sólo sabe aceptar órdenes. ¡Mejor calla, hombre!

—Soy un hombre de trabajo que sabe lo que es el valor de lo que tiene.

—Pero, ¿usted qué tiene? Absolutamente, nada. Yo soy un rey…

—Con una corona de juguete…

—El trabajo en exceso envilece. ¿A cuántos patrones has enriquecido con tu esfuerzo y por qué ninguno pagó el precio para tu libertad?

Las últimas palabras le han dolido al Esclavo, quien sólo murmura: “el trabajo dignifica”, pero nadie puede escucharlo. Al Rey también le han mellado las réplicas del hombre esclavizado. Ninguno de los dos hombres es responsable del signo de su nacimiento, pero lo han mantenido a lo largo de sus vidas. Lo han defendido, lo han creído, se lo han apropiado.

Los dos compañeros siguen retándose a una distancia intrínsecamente contraria, con los ojos puestos en los defectos del otro, sin atreverse a cuestionarse a sí mismos. Arlequín regresa junto a la Muñeca cargados con más comida.

El Payaso da una palmada al Esclavo, Azul hace lo mismo. El hombre derrotado se va a la retaguardia junto a Amorfo, quien hace el mismo gesto que sus amigos.

Imagen Arlequín - Víctor Argüelles
Ilustración de Víctor Argüelles para el cuento de Arlequín.

Las ilustraciones del libro son del pintor y poeta Víctor Argüelles.

*Puedes leer el libro de manera gratuita en el siguiente enlace:


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